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Recomendaciones nutricionales postvacacional

  • Actualidad

Conforme vamos incorporándonos a la rutina habitual tras las vacaciones, debemos ir incorporando nuestros hábitos de vida progresivamente, implicando cambio de horarios, volver a nuestras actividades habituales y por supuesto, volver a un hábito nutricional saludable que puede haberse transgredido durante nuestro tiempo libre.

Las vacaciones es sinónimo de ocio, relajarse y disfrutar de la familia y amigos, este tipo de vida implica salidas fuera de casa, comer fuera y disfrutar de los placeres culinarios del entorno. Desafortunadamente, la restauración está hecha para que el cliente vuelva y no tiene en cuenta que la seducción del paladar no siempre compatibiliza bien con una dieta saludable. Todo ello nos lleva a un aumento de aporte calórico excesivo y de peso progresivo que si no se ha compatibilizado con actividad física habitual durante este periodo nos puede llevar  a un disgusto postvacacional en la báscula y en el bienestar físico.

Por  todo ello es recomendable retomar hábitos saludables, intentando comer más en casa donde se puede hacer un control tanto de las cantidades como de la forma de cocinar de los alimentos. Además de que nuestro cuerpo lo agradecerá también lo hará nuestro bolsillo.

Al igual que en otros aspectos de nuestra vida tenemos organizado el día para realizar nuestras obligaciones y tareas, debemos tener nuestros momentos para alimentarse bien y realizar actividad física regular (debe haber tiempo para todo).

Se recomienda de forma generalizada comer y cenar abundante fruta y verdura variada acompañado de raciones pequeñas de alimentos con hidratos de carbono complejos y a poder ser integrales (pasta, arroz, patata, pan, galletas, cereales, derivados del trigo en general, legumbres, etc) y un normal consumo de alimentos proteicos (carnes magras ternera/pollo o ave en general, conejo, pescados blanco y azul, mariscos y huevo); por otro lado se recomienda ingesta baja o nula de alimentos ricos en grasas saturadas (grasas animales, vísceras, mantequillas, fritos, salsas, bollería industrial y de pastelería, entre otros), evitando al máximo alimentos hipercalóricos (alcohol, dulces, azúcar, etc.).  

Se recomienda una ingesta alta de lácteos semidesnatados o desnatadados (estos últimos suplementados en vitaminas A y D entre otras).

También es importante la ingesta de abundantes líquidos hipo/acalóricos (sobretodo agua e infusiones), moderando los refrescos light de forma ocasional, y evitando la ingesta de zumos, refrescos no light, alcohol, etc.

La forma de cocinar deber ser a la plancha, asado o hervido, evitando fritos, salsas  y empanados. Se recomienda cocinar con poco aceite para no aportar exceso de calorías a los alimentos (es mejor cocinar sin aceite en sartén antiadherente si es posible y aliñar los platos una vez cocinados, recomendando el aceite virgen extra).

La frecuencia de ingesta deber ser de 4-6 ingestas al día repartidas a lo largo del día con raciones pequeñas para mayor saciedad y evitar un exceso calórico.

Por tanto, con estas recomendaciones se intenta conseguir que la vuelta a la rutina habitual conlleve una alimentación saludable de forma mantenida e ir corrigiendo progresivamente el exceso de peso adquirido, haciendo de la alimentación y actividad física un hábito más en nuestras actividades  de la vida diaria.

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